¿Quién puede decir sobre mi andar?
¿Quién sobre mis tropiezos?
aún tengo ampollas que duelen como fragmentos de agujas
La voluntad persevera, el amor cubre mis llagas
Un nítido resplandor se cuela entre las hojas de los árboles
De este otoño
distinto,
el canto de las aves navega en mis venas
un azul de ganas perfora mi dormidera: a la diestra melodía
de grillos
a la siniestra un sol de gorjeos.
Ya tengo algunos de hilos de plata que adornan mi melena
Porto con orgullo cada fibra me sobran razones,
No he desfallecido en mi quebranto
He sido fiel a mis principios,
temeraria, distinta, poco común, adjetivos desde fuera…
Quién puede indicar sobre mis latidos?
Flor salvaje: no pido permiso para vivir
Sandra Taragán- vicairot
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