viernes, 26 de junio de 2020

UN HOYO EN EL TIEMPO PARTE CUATRO




Mi tarea en la oficina era engorrosa, entre carpetas, ordenadores y gente aplastada por la rutina, no obstante mis encuentros con mi amiga Lunadefuego, iban liberando cada vez más mi espíritu.
Llegaba a mi hogar y los tacones volaban por los aires, así como mis atuendos aburridos los que quedaban desparramados por cualquier lado, para dejar mi cuerpo emancipado de la selva de cemento en que vivía.

En una de esas tardes en que me encontraba, escuchando música relajante, sentí como el calendario de cuentas de colores cayó en el piso, me sobresalté y miré la fecha.

El combate de San Salvador, conducido por Juan de Garay, ya había acontecido.
Una respuesta al anterior combate de San Gabriel, con numerosas pérdidas para los charrúas pues tenían una ventaja de armamento, soldados y equinos.
Allí murieron doscientos de los principales Caciques como Zapicán y su sobrino Abayubá (de quien se dice que murió atravesado por espadas mientras mordía la rienda de un caballo, tratando de voltearlo).

En una vieja estantería, tenía una figura de Artigas realizada en cobre, que había adquirido en un mercado a muy bajo precio, el prócer portaba un cayado y su imagen era la de un anciano con la mirada perdida.

Todavía recordaba como este pequeño- gran hombre había dirigido una misiva al Sr. Don José de Silva:”encargo de usted que mire y atienda a los infelices pueblos de indios (...) yo deseo que los indios en sus pueblos se gobiernen por sí, para que cuiden de sus intereses como nosotros de los nuestros. Así experimentarán la felicidad práctica y saldrán de aquel estado de aniquilamiento a que los sujeta la desgracia. Recordemos que ellos tienen el principal derecho, y que sería una degradación vergonzosa, para nosotros, mantenerlos en aquella exclusión vergonzosa que hasta hoy han padecido, por ser indianos.”

El ilustre representante de valores había cultivado una estrecha amistad con el Cacique Vaimaca.

Tal vez en su contemplación perdida, recordaría esa amistad?
Sin duda que sí.

Faltaban unos pocos ciclos lunares para la batalla “Salsipuedes”
Los aborígenes fueron convocados a esa cruzada, por el Gral. Rivera en aquel entonces Presidente de la República Uruguaya aduciendo que los necesitaban nuevamente "para defender a la patria". Allí mataron a 150 guerreros charrúas, huyendo unos 100, que quedaron dispersos, y tomando prisioneros a los heridos, a todas las mujeres y niños que estaban esperando algo alejados de la batalla.

Con prisa, fui hasta el campamento, ese era quizás…mi último encuentro con It-guidaí, ella estaba puliendo unas puntas de cuarzo para luego confeccionar las flechas que eran
utilizadas para la defensa.
Casi no eran necesarias las palabras para comunicarnos.
Me senté a su lado y contemplé con cuanta habilidad hacía su tarea.
- Lunadefuego, estaré cerca.
- Lo sé Hue.
- Me obsequió una de las piedras y la guardé en mi bolso. Y…volví a mi hogar. No podía cambiar la Historia.
Lueg
o de la batalla “Salsipuedes”.
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Son expuestos a la curiosidad pública en el Nro. 19 de la calle Chaussé D´Antin, en el distrito 9 de París. Allí se "recrea" un supuesto ambiente natural y, con el objeto de darle mayor sensacionalismo a la presentación, se les obliga a comer carne cruda (solo se les alimentaba a la hora que concurría el público) En principio De Curel cobra 5 francos la entrada, pero prontamente debe rebajarla a 2 francos.

Tras décadas de "olvido" oficial, en los años 90´(del siglo XX) se iniciaron las gestiones tendientes a su repatriación a suelo uruguayo, la tierra de sus orígenes, la de sus tribus, sus ascendientes, la que los vio nacer y crecer hasta caer en ignominioso cautiverio.
A continuación transcribo un pedido del Edil AUGUSTO ESQUIVEL
Señor Presidente: Hagamos un montículo de piedras en la zona en que seguramente hubieran fallecido en paz y tengámoslo como memorial de una página triste de nuestra historia que luego de 170 años viene a traernos un poquito más de dignidad y paz con nosotros mismos
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Golpean a mi puerta, una mujer aborigen, con un niño en sus brazos, me dice:
- “que rara es tu toldería Hue”.
No intentes razonarlo.

Sandra Taragán – Vicairot




jueves, 25 de junio de 2020

UN HOYO EN EL TIEMPO PARTE TRES




En el living de mi casa había confeccionado, un rudimentario almanaque de cuentas de colores sostenidas por una cintilla angosta, para cotejar la fecha en que estaba viviendo, con la data en que se encontraba It- guidaí.
Ya la nativa no era solo una estadística que leía en los libros de Historia para mí,
formaba parte de mi vida, tanto ella como su pueblo.
Todavía estaba en el mismo período de luna llena, así que por el camino de la playa
me dirigí con paso seguro al campamento. Allí no estaban los aborígenes pero noté que una de las fogatas aún permanecía casi-encendida, por lo que deduje que no estarían muy lejos.
Y puesto que su sistema económico se basó en la caza, recolección de productos agrestes, que completaban con la pesca, se veían obligados a cambiar de lugar, por lo que no me inquieté.
Caminé un kilómetro aproximadamente y pude oír risas, eran de genio alegre. Lunadefuego notó mi presencia y me llamó: - Ven Hué, el Cacique General ha decidido, acampar en otra zona.
Yo sabía de la naturaleza pacífica del pueblo, si tenían diferencias personales, o discusiones por algún asunto, lo arreglaban en forma particular: se peleaban a puñetazos hasta que uno abandonaba poniéndose de espaldas, y ya no se volvía a hablar del tema, nunca en estos duelos hicieron uso de armas, y nunca trascendió que hubiera algún muerto producto de los mismos.
El combate de San Gabriel ya había acontecido y las fuerzas de Ortiz de Zárate habían perdido cien soldados en la batalla y la palabra de proteger al soldado español que había desertado, estaba cumplida.
- Es hora de un descanso, me dijo la indígena
- Yo asentí con la cabeza y sonreí, estaba cansada y hambrienta.
Ella me acercó una vasija que contenía guazú- birá [venado] y frutas silvestres.
Mientras comía pude observar a una chica cuya frente tenía: tres rayas azules en la frente que caían en forma vertical desde el nacimiento del pelo hasta el nacimiento de la nariz y otras dos que les cruzaban las mejillas, Lunadefuego advirtió mi extrañeza y me explicó:- ha tenido su primera menstruación.
Yo disfrutaba de su amistad, y de esos momentos de paz adornados por el canto de los grillos y las luciérnagas de variados colores que le daban a ese instante un matiz mágico. No quería pensar en lo que sabía que sucedería mas adelante, eso era mas adelante…
It-guidaí estaba saboreando de un brebaje desconocido para mí: una mezcla de agua con yerba, la que mantenía en su boca masticándola y tragando solo el líquido con la esencia de la yerba, lo compartió conmigo y yo mirándola a los ojos y sin querer ofenderla saboreé un poco, cuando reconocí con alivio que tenía el mismo sabor que el mate que yo tomaba por las mañanas.
Ella vivaz y alegre entendió mi situación de “extranjera sorprendida” y delineó sobre su semblante una bella sonrisa
cómplice…



UN HOYO EN EL TIEMPO PARTE DOS



Estoy en un archivo, examinando cartillas y álbumes, para construir un árbol genealógico.
En los folios amarillentos que voy recorriendo, encuentro una imagen familiar es It- guidaí, llevo en mi faltriquera aquella vincha blanca, han pasado dos plenilunios.
Cierro el libro de inmediato y me dirijo al rústico campamento al que la nativa me había conducido.
Mis huellas van marcando la arena con ansiedad.
- Te esperaba Hue [agua], guidaí [luna] estaba redonda. Los blancos están cerca. Te necesito para llevar mi voz a través de ti.
- Cuéntame.
- Nos van a atacar, en nuestras tolderías hemos dado protección a un soldado español y nuestra palabra la vamos a cumplir.
Yo había leído numerosas versiones sobre “El combate de San Gabriel” insólito el motivo de estas pérdidas de los Charrúas: cumplir con la palabra dada a un soldado del enemigo.
Los Charrúas brindaban un trato clemente a los enemigos que hacían prisioneros, mataban en lucha a sus adversarios, pero rescataban a las mujeres y niños que permanecían en la toldería de quien los recogía.
Recordaba que Artigas, el prócer uruguayo que convivió unos quince años con los Charrúas, proclamó en la Batalla de las Piedras: "Clemencia para los vencidos".
Y también recordaba el etnocidio, puesto que si bien no fue un genocidio, ya que no hubo un exterminio en masa, instrumentaron el mestizaje, para que no quedara ningún charrúa de raza pura.
- Cuenta conmigo, Lunadefuego tu voz, será escuchada a través de la mía, y les recordaré también lo que sucedió en la batalla “Salsipuedes”
- Ella me miró con sus ojos negros delineando una sonrisa triste enmarcada en su trigueño semblante.
Escuetamente, he querido narrar los hechos acontecidos sobre la base del estudio de diversas fuentes de origen histórico. y no extenderme en el relato si no verter las vivencias de la forma 
más exacta posible.



Sandra Taragán- Vicairot


miércoles, 24 de junio de 2020

Siglo XXI hacia atrás un hoyo en el tiempo.





Voy caminando por la ribera del Río de la Plata, en una noche de plenilunio
las olas acarician las blancas arenas del estuario.
Una estrella fugaz sobrevuela el cielo azul intenso, dejando caer desde su estela, brillos que salpican mis manos.
Una pira llama mi atención, allí hay una sola persona con rasgos distintos a los que he visto a lo largo de mi existencia, siento paz.
Su piel se acerca más al negro que al blanco, ojos negros bien abiertos, dientes muy blancos, su cabello: largo, lacio, negro…


Le pregunto- ¿puedo acompañarle?
Ella me mira con desconfianza, me escruta y luego asiente con su cabeza.
Me siento no muy cerca de la dama, para no invadir su íntimo silencio.
Ella presiente mi respeto por su presencia y comienza a hablarme en un idioma desconocido para mí, pero aún así logro entenderle.
-Quién eres Hue? [agua]
- Mi nombre es Sara.
Tomó una vasija de barro que contenía brotes de ceibo y pescado recién asado y me la ofreció esbozando una sonrisa perlada.
Agradecida la tomé sintiéndome mas relajada y comencé a degustar aquel delicioso alimento.

- Mi nombre es It-guidaí [fuego de luna] porque cuando nací la luna estaba amarilla como el fuego. ¿Cuál es tu casa?
Miro hacia atrás para enseñársela y con sorpresa no la veo, solo veo médanos y árboles.
- No la veo ahora, pero está muy cerca de aquellos arenales.
¿Tú donde vives? se levantó y me invitó a que la acompañara a conocer su hogar, era una estructura simple de cuatro palos, clavados en la tierra, sobre los cuales se sostenían travesaños horizontales, a los costados tenía esteras de juncos. Había muchas de ellas y en medio de las tolderías, un hombre con similares características a las de It-guidaí
aunque de mayor estatura, ojos negros bien abiertos dientes muy blancos, su cabello: largo, lacio, negro… Sus hombros son anchos, su cuerpo proporcionado, sus miembros bien fornidos, sus manos y pies pequeños.
Es el centinela, explicó Fuegodeluna que veía mi extrañeza en la situación que estaba viviendo, ella portaba una bincha blanca su atuendo se completaba con collares de valvas de moluscos de agua dulce y zarcillos hechos con pedazos de plata.


Al despuntar el alba, me encuentro en la arena, no hay nadie allí, las olas siguen su ritmo paseante, y tengo en mis manos una bincha blanca…

Sandra Taragán- Vicairot
Derechos reservados.

viernes, 19 de junio de 2020

El retorno




El retorno.
Vuelvo al hogar de antiguos pasos
Quebradizo el aliento de rostros de mármol en la urbe
Falta de amor se palpa en el paramo de cemento
Paso sereno el mío: vuelvo a la cocina a leña
al sencillo vestir
a la risa espontánea de los niños
al mar sereno o bravío el autentico, veraz, como mis latidos
Como mi mirada …

Siento paz, cada sendero transitado es con coraje y amor
Amor del bueno, frágil caricia que me envuelve el alma
cuando toco las ramas del “llorón” que acuñó mi infancia
mi primer beso y mis me quiere, no me quiere que deshojé bebiendo alegría.
Regreso porque el amor existe, porque es mi verdad
No me despedí de nadie ¿para qué?
Son de piedra,
Vacíos, como los santos que invocan.
Regreso al lodo descalza
flor silvestre que retoma su andar…

Sandra Taragán- Vicairot

La página literaria "Café cubano más tú y yo"
ha tenido el bello gesto de otorgarme este galardón, un agradecimiento a este grupo de escritores maravilloso con el cual me siento muy a gusto.


domingo, 14 de junio de 2020

Irse...




Irse no es irse, es hacerse pedazos en soledad
Es una maleta teñida de lágrimas rojas,
De versos , de esquinas de infancia con túnica blanca y moña azul
Despojo de ayeres cosidos
 botones dispares, rayuelas en el patio de un país extraño…
Hablando el mismo idioma sin entenderse, abriendo una vena de confusión
No hay reclamo, ya está no hay retorno tu tierra llora
llora el pan que obtuviste no es la misma harina,
Lagrimea el asiento del autobús,
lloriquea el beso de la madre que te dice chau: cuidate
Un pasaje de ida y un vamos
Un vestido sobre el lecho del que fue tu habitación y todo cae
En una caricia acunada en pensar que vas a volver…
Sandra Taragán - Vicairot

martes, 9 de junio de 2020

Acuarela




Tejo sueños con arterias de hojas secas
Trepo vientos de naves antiguas,
y un ancla sostiene mi andar,
 melodías de aves que cuelgan pasos entre el gentío.
Óleo de miel en cada rincón
 desviste el aire acariciando  sentidos…
Fulgura el alma de flores silvestres
Abren camino entre el cemento
mosaico de vida, color, rojos, amarillos
Conexión que transito…
Sandra Taragán- Vicairot

viernes, 5 de junio de 2020

Soy otoño





Soy otoño

Soy otoño, flotan hojas en amaneceres tallados
por el viento,
el banco de mi plaza está zigzagueante entre los chau
y los holas que me guiñan…
Hoy les digo
parpadéame hoy, solo esas pestañas puedo tocar.
Besa el camino, hay agujas de tejer sobre mi almohada,
hilando formas sobre el edredón de mis infancias
hay telares, una aborigen camina por mis dedos
Un recuerdo hace trenzas con mis latidos.
Un mayo inhala y un junio asoma de puntillas a escondidas
un poema enredado en mis cabellos, impulsa mi andar…
Sandra Taragán- Vicairot

Delicadeza de la página "Café cubano mas tu y yo"



martes, 2 de junio de 2020

TÚ- POETA



Tú poeta, le escribes al amor
y en cada uno de tus versos,
va una misiva dirigida, cual saeta
directa al corazón.
Como lluvia apacible
 tus verbos recorren cada uno de mis poros
cual tierra satisfecha de humedad.
Tú poeta… con cada vocablo,
acaricias mi cuerpo con el aroma suave del jazmín del aire,
aroma dulce, alabanza a los sentidos.
Los capullos de mis fondos renacen
como flor danzante en el recodo de mi sangre.
Y la savia que al tacto parece viscosa
muta en corrientes de cascada.
Y cual vuelo de pájaros que emigran,
por supervivencia en dejarme llevar no dudo.
Tú que me lees en intimidad,
cosechas de tu creatividad
agasajas mi alma a veces callada
desgajando reglas, acuñadas en caliza
seis años de cultivo y uno de descanso.
Sandra Taragán- Vicairot

Estimado lector comparto con usted un reconocimiento de la página Hablemos de amor sin hacerlo por el cual estoy muy agradecida.