jueves, 25 de junio de 2020

UN HOYO EN EL TIEMPO PARTE TRES




En el living de mi casa había confeccionado, un rudimentario almanaque de cuentas de colores sostenidas por una cintilla angosta, para cotejar la fecha en que estaba viviendo, con la data en que se encontraba It- guidaí.
Ya la nativa no era solo una estadística que leía en los libros de Historia para mí,
formaba parte de mi vida, tanto ella como su pueblo.
Todavía estaba en el mismo período de luna llena, así que por el camino de la playa
me dirigí con paso seguro al campamento. Allí no estaban los aborígenes pero noté que una de las fogatas aún permanecía casi-encendida, por lo que deduje que no estarían muy lejos.
Y puesto que su sistema económico se basó en la caza, recolección de productos agrestes, que completaban con la pesca, se veían obligados a cambiar de lugar, por lo que no me inquieté.
Caminé un kilómetro aproximadamente y pude oír risas, eran de genio alegre. Lunadefuego notó mi presencia y me llamó: - Ven Hué, el Cacique General ha decidido, acampar en otra zona.
Yo sabía de la naturaleza pacífica del pueblo, si tenían diferencias personales, o discusiones por algún asunto, lo arreglaban en forma particular: se peleaban a puñetazos hasta que uno abandonaba poniéndose de espaldas, y ya no se volvía a hablar del tema, nunca en estos duelos hicieron uso de armas, y nunca trascendió que hubiera algún muerto producto de los mismos.
El combate de San Gabriel ya había acontecido y las fuerzas de Ortiz de Zárate habían perdido cien soldados en la batalla y la palabra de proteger al soldado español que había desertado, estaba cumplida.
- Es hora de un descanso, me dijo la indígena
- Yo asentí con la cabeza y sonreí, estaba cansada y hambrienta.
Ella me acercó una vasija que contenía guazú- birá [venado] y frutas silvestres.
Mientras comía pude observar a una chica cuya frente tenía: tres rayas azules en la frente que caían en forma vertical desde el nacimiento del pelo hasta el nacimiento de la nariz y otras dos que les cruzaban las mejillas, Lunadefuego advirtió mi extrañeza y me explicó:- ha tenido su primera menstruación.
Yo disfrutaba de su amistad, y de esos momentos de paz adornados por el canto de los grillos y las luciérnagas de variados colores que le daban a ese instante un matiz mágico. No quería pensar en lo que sabía que sucedería mas adelante, eso era mas adelante…
It-guidaí estaba saboreando de un brebaje desconocido para mí: una mezcla de agua con yerba, la que mantenía en su boca masticándola y tragando solo el líquido con la esencia de la yerba, lo compartió conmigo y yo mirándola a los ojos y sin querer ofenderla saboreé un poco, cuando reconocí con alivio que tenía el mismo sabor que el mate que yo tomaba por las mañanas.
Ella vivaz y alegre entendió mi situación de “extranjera sorprendida” y delineó sobre su semblante una bella sonrisa
cómplice…



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